Érase una vez, allá por el año 2004, un poblado perdido en la sabana africana de Malawi: Mlale.
En la misión había un pequeño hospital y una escuela primaria con 2000 alumnos. La mayor parte de los enfermos hospitalizados eran niños desnutridos y la mayor parte de los escolares no hacían más que una comida al día.
Por eso, comenzamos nuestro trabajo por lo más elemental, crear una escuela donde aprendiesen a sacar de la tierra y del ganado el mejor alimento para sus hijos. Además, dada la escasez de agua en la zona, construimos dos pantanos para almacenar el agua de las lluvias torrenciales.
Para ello aprovechamos el antiguo cauce del río Mlale. El resultado fue una presa con una capacidad de 10 millones de litros, y más tarde, un segundo dique que consiguió una segunda presa de 20 millones de litros.